LA FILOSOFÍA
la filosofía se distingue del misticismo, la mitología y la religión por su énfasis en los argumentos racionales, y de la ciencia porque generalmente lleva adelante sus investigaciones de una manera no empírica, sea mediante el análisis conceptual, los experimentos mentales, la especulación u otros métodos a priori, aunque sin desconocer la importancia de los datos empíricos.
A la vista del significado específico que la palabra ciencia ha adquirido a partir de la modernidad, decíamos que tal vez sea mejor no empeñarse en seguir denominando ciencia a la filosofía, si por ciencia a la filosofía, si por ciencia entendemos el saber empírico-natural. No obstante,
el hecho de que no consideremos a la filosofía como ciencia, en tal sentido, no quiere decir que la filosofía no constituya una empresa racional, comprometida a no admitir ningún supuesto o creencia de los cuales no se dé razón adecuada y pertinente;
tampoco ha de considerarse a la filosofía como un mero instrumento auxiliar de la ciencia tal como pretendía el neopositivismo lógico. La filosofía posee sustantividad y a ella corresponden esencialmente las cuestiones de fundamentación última y de orientación de la actividad humana, tanto en el ámbito del conocimiento teórico como en el ámbito del conocimiento práctico, de la praxis;
De acuerdo con lo anterior, los rasgos de universalidad y de ultimidad (señalados por los griegos) continúan caracterizando -y caracterizan esencialmente- a la filosofía, que es:
-universal, en la medida en que no le es ajeno ningún ámbito de la realidad y de la experiencia humana, y
-radical o última, en la medida en que se ocupa de los problemas últimos de orientación y fundamentación, poniendo al descubierto y analizando críticamente todos los supuestos en que se basa nuestra actividad (sea la actividad científica, o la política, o la moral, etc.).
A la filosofía, en cuanto actividad racional (sustancia, universal y radical o última) le corresponden las funciones siguientes:
función clarificadora, tanto de nuestras ideas y conceptos (a menudo confusos y contradictorios), como de la experiencia a que tales conceptos se refieren:
función crítica respecto de los supuestos en que descansa nuestra cultura, especialmente en los ámbitos social, moral y político.
De acuerdo con esta función, la filosofía puede entenderse como la conciencia que una época y una sociedad tienen de sí mismas. Bien entendido que a la filosofía corresponde no meramente “complacerse con la propia situación sociocultural, sino someterla a análisis crítico anticipando nuevas formas de sociedad, de convivencia y de cultura. La función crítica es inseparable de la función utópica a la cual nos referíamos en el capítulo primero al ocuparnos de la imaginación;
c) función sistemática, ordenadora de la experiencia humana, función de que nos hemos ocupado en el apartado anterior.